“Phowa”: Práctica de transferencia de la conciencia
Es una práctica de la tradición tibetana, que cualquiera puede hacer. Es sencilla, pero no por eso deja de ser el ejercicio más esencial que podemos practicar para prepararnos para nuestra propia muerte, y es la práctica principal para que ayuden a sus amigos y familiares en trance de muerte, y a sus seres queridos que ya han muerto.
Práctica 1
Para empezar, póngase cómodo y adopte la postura de meditación.
Si realiza esta práctica cuando se halla próximo a morir, siéntese lo más cómodo que pueda, o bien practique acostado. Luego lleve la mente a casa, suéltese y relájese por completo.
- En el cielo que tiene ante usted, invoque la encarnación de cualquier verdad en la que crea, bajo la forma de luz radiante. Elija el ser divino o el santo al que más próximo se siente.
- Si es usted budista, invoque a un buda con el que sienta una conexión íntima. Si es cristiano practicante, sienta con todo su corazón la presencia viva e inmediata de Dios, el Espíritu Santo, Jesucristo o la Virgen María. Si no se siente usted unido a ninguna figura espiritual en especial, imagínese sencillamente una forma de luz pura y dorada en el cielo ante usted. Lo importante es que considere que el ser al que está visualizando o cuya presencia siente es realmente la encarnación de la verdad, la sabiduría y la compasión de todos los budas, santos, maestros y seres iluminados. No se preocupe si no consigue visualizarlos con mucha claridad; llénese el corazón de su presencia y confíe en que están ahí.
- A continuación, concentre la mente, el corazón y el alma en la presencia que ha invocado y rece:
Por tu bendición, tu gracia y tu guía, por el poder de la luz que brota de ti:
Que todo mi karma negativo, mis emociones destructivas,
mis oscurecimientos y bloqueos sean purificados y eliminados,
que me sepa perdonado por todo el daño que pueda haber pensado y hecho,
que cumpla esta profunda práctica de phowa y tenga una muerte buena y pacífica,
y por el triunfo de mi muerte, que pueda beneficiar a todos los demás seres, vivos o muertos.
- Imagínese ahora que la presencia de luz que ha invocado queda tan conmovida por su sincera y sentida oración que le responde con una sonrisa cariñosa y le envía amor y compasión en un torrente de rayos de luz que emanan de su corazón. Cuando estos rayos lo tocan y penetran en usted, lo limpian y purifican de todo su karma negativo, de sus emociones destructivas y de sus oscurecimientos, que son las causas del sufrimiento. Vea y sienta que está totalmente sumergido en la luz.
- Ahora se halla completamente purificado y curado por la luz que brota de esa presencia. Piense que su mismo cuerpo, también creado por el karma, se disuelve completamente en la luz.
- El cuerpo de luz que es usted se eleva ahora hacia el cielo y se fusiona inseparablemente con la dichosa presencia de la luz.
- Permanezca en ese estado de unidad con la presencia tanto tiempo como pueda.
Práctica 2
- Para realizar esta práctica de un modo aún más sencillo, empiece como antes reposando calmadamente e invoque luego la presencia de la encarnación de la verdad.
- Imagínese su conciencia como una esfera de luz situada en el corazón, que sale proyectada de usted como una estrella fugaz y vuela hacia el corazón de la presencia que tiene delante.
- Se disuelve y se fusiona con la presencia.
Práctica 3
El modo más esencial de hacer la práctica es éste: limítese a fusionar su mente con la mente de sabiduría de la presencia pura. Piense: «Mi mente y la mente del Buda son una».
De estas tres versiones de phowa, elija aquella con la que se sienta más cómodo o que le atraiga más en un momento determinado. A veces, las prácticas más poderosas son las más sencillas. Pero elija la que elija, recuerde que es esencial dedicar ya un tiempo a familiarizarse con ella. De otro modo, ¿cómo podrá tener la confianza necesaria para practicarla para usted mismo o los demás en el momento de la muerte? «Si meditas y practicas de esta manera siempre, en el momento de la muerte te resultará más fácil». De hecho, debería familiarizarse tanto con la práctica de phowa que ésta se convirtiera en un reflejo espontáneo, una segunda naturaleza. Si ha visto la película Gandhi, sabrá que cuando dispararon contra él, su reacción inmediata fue gritar «¡RAM, RAM!», que en la tradición hindú es el nombre sagrado de Dios. Recuerde que no sabemos cómo moriremos, ni si tendremos tiempo para recordar práctica alguna. ¿De cuánto tiempo dispondremos, por ejemplo, si estrellamos el coche contra un camión a 150 kilómetros por hora en la autopista? Entonces no habrá ni un segundo para pensar en practicar phowa ni consultar las instrucciones de este libro. O estamos familiarizados con phowa o no lo estamos. Y eso se puede determinar de un modo muy sencillo: observe sus reacciones en una situación crítica o en un momento de crisis, en un terremoto, por ejemplo, o en una pesadilla. ¿Responde usted con la práctica o no? Y si responde, ¿con qué estabilidad y confianza hace su práctica?
De: El libro tibetano de la vida y de la muerte
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